Es difícil darle nombre a la sensación.
Quizás sea mezcla de vacío, frustración y algo de paz. Vacío por lo que sacaste, frustración por los errores y cómo terminó todo, paz temporal porque simplemente ya está todo perdido. Tampoco tiene por qué tener sentido ni ser estrictamente así.
Solo. En un banco. Acompañado por el silencio. Mirando las estrellas. Buscando el perdón propio y ajeno. Tratando de haber aprendido. Es el momento de caminar y querer de otra forma. Hay que saber parar. No será fácil. Nunca nada ha sido tan duro.
Sopla el viento. Asoman algunas nubes. Dicen que algún día volverá a amanecer en su corazón. No les cree, aunque ojalá fuese cierto. Sus pasos se alejan. El banco se queda solo y vacío de nuevo. Como él. No la podrá olvidar jamás.
Pingback: Se marchó el 2015 | Un lugar para conspirar