No hay nada más bello que mirar al cielo en una noche despejada.
Siempre puedes encontrar a las viejas estrellas de siempre, o dejarte sorprender por el guiño de alguna nueva que nunca antes habías visto, y que ahora parece brillar con más fuerza.
También puede invadirte la inmensidad del universo, y por una vez sentirte tremendamente pequeño.
O puede servir para recordar a personas que significaron mucho y que ya no están tan cerca, o simplemente no están.
Algunas estrellas tienen nombre, pero podemos inventar otros, y de ese modo llegar a convertirlas en algo especial.
Otras incluso representan un momento, una situación, una persona, una filosofía…
Incluso puede ser todo lo anterior a la vez: belleza, sorpresa, grandeza, recuerdos, magia y filosofía.
Asemejar estrellas con personas a veces se queda corto. Hay algunas tan especiales, que necesitan su propia constelación.
Por eso, cuando no se pueden ver, dejan un vacío irremplazable en todos los que acostumbran a verla.
Por suerte, eso solo pasa durante el día, algunas estaciones, o semanas nubladas; al menos, eso dicen.
Cuentan que desde hace no mucho, en algunos lugares muchas personas miran con esperanza a que una brille como siempre.
Hay quien dice que incluso ve una cuerda azul, un rotulador rojo y una pajarita mirando el cielo.
Entre susurros parecen tratar de convencerse de que ellos no vieron una estrella fugaz.
Esperan pacientes a verla, o que otros la vean brillar en otro lugar, aunque ellos no la puedan volver a ver.
Porque aunque todas las constelaciones y estrellas son únicas e irremplazables, algunas, brillan más que las demás.
Y esas, marcan a cualquiera para siempre.
Porque son las que hacen especial cada noche.
Las que convierten sueños y esperanzas en realidad.
Vive mirando una estrella, siempre en estado de espera…
When the stars go blue